martes, 28 de mayo de 2019

Encuesta al paso


Tras un seguimiento personal en el 2018, a la fecha (mayo) coligo que el 70% se dice católico, de ellos, el 60% no pisa "casi nunca" la iglesia y si lo hace es en ceremonias sociales de allegados como bodas, bautizos, difuntos... El 14% lo hace "varias veces al año"; el 10% "alguna vez al mes"; el 13% "casi todos los domingos y festivos" y el 3% "varias veces a la semana". Preguntando en el centro de trabajo y entorno social, el 77% cree en Dios frente al 23% que no (el 16% se define como agnóstico y el 9% como ateo). Es decir, el pueblo en general sigue siendo religioso pero la vivencia, no. ¿Por qué? Vemos: dos causas principales en estos resultados: el materialismo consumista reinante que se manifiesta en una pavorosa indiferencia, el hedonismo debido al consumismo y vida descartable; y la imagen deteriorada de la Iglesia católica como institución (crisis de valores). Este modelo amoral, neoliberal y relativista nos arrastra hacia la indiferencia solidaria dificultando la verdadera experiencia religiosa y el compromiso con el prójimo. No tenemos ejemplos a seguir en las virtudes. La segunda causa es un problema que el Papa Francisco repite sobre las carreras eclesiásticas a la que se someten quienes ingresan a la vida consagrada o seminarios sin vocación, los dogmatismos curiales y la falta de ejemplo que facilita el escándalo (homosexualidad, doble vida, pedofilia, vida gamonal). Por eso, el mal ejemplo y el neoliberalismo, ocasiona que los templos se vacían de fieles y generaciones enteras ignoran la liturgia católica. Las vocaciones religiosas-sacerdotales son exiguas, los laicos pintan poco en general y las mujeres -religiosas y monjas incluidas- son el vagón de cola.
Definitivamente debemos volver a las fuentes de la vida cristiana: ¡a Jesucristo! Encontrarse con Cristo es y será siempre el camino hacia una verdadera humanidad. La mayoría de los seguidores de Cristo prostituyen el mensaje sobre el reino de Dios; así como no tenemos políticos que nos representan, del mismo modo, en la fe, nadie nos representa ahora... Maranathaaaa!!

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