Cuando salimos al mundo profesional y social es como cuando una fábrica lanza al mercado un producto: tiene un nombre (marca), un aspecto distintivo (empaque) y una personalidad (contenido). Y si quiere tener éxito, debe alcanzar uno o más objetivos, como graduarse, sacar una maestría, doctorado, conseguir un buen trabajo, lograr reconocimiento y respeto y alcanzar prestigio. Pero no alcanzaremos plenamente nuestros objetivos si carecemos de un elemento imprescindible: la integridad.
El Diccionario de La Lengua Española define a la persona "íntegra" como recta, proba e intachable. Podríamos ser buenos en el plano técnico, pero nos faltaría eso que hará de nosotros profesionales y seres completos. La integridad pasa, inevitablemente, por la ética. Si basamos nuestro andar en principios éticos, estaremos en condiciones de hacer la diferencia y de lograr eso que en márketing se llama posicionamiento, es decir, alcazaremos una posición en la mente de quienes nos conocen.
Nuestro márketing personal debe basarse en el principio "no solo ser, también debemos parecer". Nuestro interior si es íntegro, se reflejará en nuestra conducta y nuestras decisiones profesionales, incluso cuando hablamos de números y fórmulas, nuestra integridad se reflejará en todo ello.
La frase "la esposa del César no solo debe ser, sino debe parecerlo" será muy fácil para el profesional íntegro, y esto se explica se la siguiente manera, según comenzamos este escrito: una fábrica y su producto. Pongamos el ejemplo. Un chocolate para niños tendrá un empaque que sugerirá que dentro hay un chocolate. Al abrirlo. veremos, ciertamente, un chocolate. Lo mismo sucederá con un profesional íntegro: su integridad se revelará exteriormente, sin que haga el menor esfuerzo. Así como una persona feliz sonríe sin calcular sus gestos, el profesional íntegro pondrá al descubierto sus cualidades éticas.
Pero algo importante, la integridad no se limita a nuestra jornada laboral; la integridad debe entrar en nuestro ser, formando parte de nuestro ADN espiritual y así podremos demostrar a los demás nuestro carácter honrado y recto. Debemos vivir nuestra integridad, al terminar la jornada diaria, los fines de semana, en vacaciones, y en toda ocasión, porque somos eso. Porque dejamos de serlo una vez, y como reza el dicho: "en la puerta del horno se quema el pan". No vaya a suceder que por una actitud negligente, termines decepcionando a todos.
Por tanto, llevando una vida íntegra, podremos decir que estamos haciendo un buen uso de nuestro "márketing personal", esto quiere decir que "nos estamos vendiendo bien" ante la sociedad, ya que eso cuenta, aunque no lo determina, pues estamos moldeando una vida que se refleja en nuestra conducta profesional, familiar y social. Y seremos competitivos. Nos contratarán no solo por nuestras calificaciones y experiencias; nuestra integridad nos precederá y será nuestra mejor arma promocional. De esta manera tendremos un lugar inamovible en la mente de todos los que nos conocen y los que aún no lo hacen, ya tendrán buenas referencias.
Finalmente recuerda: "Todas las empresas o personas nos contratan por lo que sabemos, pero nos despiden por lo que hacemos". Entonces, no solo hay que ser, también hay que parecer. Teoría y práctica, fe y razón, Iglesia y ciencia, todos van de la mano, porque todos hablan del hombre, todos se encuentran en el hombre, salen y vienen a él. Quien polariza o rechaza uno de lo otro, termina idiota.