Si recorremos la historia de la humanidad, tan solo 5 mil años atrás, observamos que el sentido de la vida estaba depositada en la trascendencia del mismo ser; es decir, en las divinidades de cada confesión de fe.
Más adelante, con la exigencia del uso de la razón y la lógica de las cosas, son los griegos quienes ven que el sentido de la vida está en el logos.
Surgen el cristianismo y el islamismo y, para ellos, el sentido de la vida está en Dios. Esta realidad se opaca al inicio de la modernidad (siglo XVI). En todos estos años y siglos, sobre todo en el siglo de las luces, el sentido de la vida está en la ciencia misma (Positivismo). La ciencia todo lo soluciona y, además, es demostrable, medible, predecible...
Ahora, en la posmodernidad, la ciencia es cuestionada, son los nihilistas quienes todo lo ponen en duda; y cuando las cosas no son claras, entonces surge el individualismo y hedonismo. Todo termina siendo relativo.
Surgen el cristianismo y el islamismo y, para ellos, el sentido de la vida está en Dios. Esta realidad se opaca al inicio de la modernidad (siglo XVI). En todos estos años y siglos, sobre todo en el siglo de las luces, el sentido de la vida está en la ciencia misma (Positivismo). La ciencia todo lo soluciona y, además, es demostrable, medible, predecible...
Ahora, en la posmodernidad, la ciencia es cuestionada, son los nihilistas quienes todo lo ponen en duda; y cuando las cosas no son claras, entonces surge el individualismo y hedonismo. Todo termina siendo relativo.
Por todo ello, hoy, siglo XXI, el sentido de la vida está deposita no en la fe, no en la ciencia,ni en la tecnología, sino en la misma persona, debido a la desconfianza, por el mal comportamiento de las autoridades, no tenemos referentes ni líderes a quien seguir. El único sentido a la vida es uno mismo, ya no los otros. Pregunta, ¿Qué o quién, ahora, da sentido a la vida, a tu vida?......... A la mía, le da sentido, siempre, mis creencias (fe).