Ciertos filósofos se han interesado por las emociones desde la relación con la razón. Algunos dan a las emociones la función gestora sobre la razón. Uno de ellos es David Hume; nos indica que las emociones son quienes gobiernan nuestra vida, y es la razón quien las ordena y encamina. No al revés. A esta idea, hoy se llama emotivismo. Significa que todo en la vida se decide desde las emociones. Tanto es el énfasis que los grandes monopolios económicos empresariales lo saben. Por eso, con toda la producción utilizan al marketing para vender y, desde las emociones, la sociedad debe comprar de manera compulsiva. Se titula como psicología del consumidor, no porque beneficie al cliente, sino al vendedor, debería llamarse psicología del vendedor. Por eso, las emociones son presa fácil del negocio, y en personas con pensamiento crítico deficiente, terminan siendo presa fácil de los productores. Esta realidad palpable en la era del consumo está afectando a la educación, porque los cursos que son más reflexivos y críticos (humanidades) se van eliminando de la malla curricular, en su lugar se colocan emprendimientos, productos y competencias.
Reflexiones y reflexiones
martes, 3 de octubre de 2023
domingo, 7 de mayo de 2023
LA NATURALEZA CON TANTA TECNOLOGÍA POCO NOS ASOMBRA
Algo nos está robando la capacidad de admirarnos. De un tiempo a esta parte, la tecnología y sus avances precipitados no pasa desapercibida, al contrario, nos asombra más que la misma naturaleza. Hoy en día nos cuesta demasiado maravillarnos porque no ejercitamos la capacidad de asombro y de valorar todo lo que disfrutamos como tomar un café aromático o un vino delicioso en buena compañía. Es decir, las cosas artificiales superan en asombro a las cosas naturales. Nos gusta más disfrutar de lo virtual que de lo real.
Es sabido que la filosofía nace
con la capacidad de asombro porque nos hace capaces de apreciar una inmensidad
que nos supera y en la que somos protagonistas. Hemos desdeñado el asombro y la
admiración como algo infantil que nos aparta de lo esencial.
Es necesario e importante el
asombro, porque le sucede la imaginación. Asombro e imaginación recrean y crean
nuestro modus vivendi. Y si dejamos de asombrarnos e imaginarnos por nosotros
mismos, entonces, las máquinas (inteligencia artificial) lo hará por nosotros.
De este modo, estamos llegando al fin del humanismo, para dar paso al trans o
post humanismo. Que en resumen significa el infra humanismo porque ya nada de
lo natural nos asombra ni la imaginamos como un mundo mejor, si no, un mundo pragmático,
descartable.
Ya lo dijo Einstein: “Uno no
puede dejar de asombrarse cuando contempla los misterios de la eternidad, de la
vida, de la maravillosa estructura de la realidad. No hay que perder nunca esta
sagrada curiosidad”. De este modo, el asombro nos hace sentir la pequeñez y
humildad frente a lo sabedores de algo mucho más grande que nosotros mismos. Que
la tecnología no nos arrebate nuestra capacidad de asombro frente a todo lo natural,
más que a lo artificial.
lunes, 9 de enero de 2023
Agnoticismo o desolación humana
Hay una frase que se repite cuando preguntas a alguien ¿Cómo estás?. No es extraño que la respuesta sea: "cansado". Hay cansancios y cansancios, y lo que se expresa con frecuencia es una especie de cansancio existencial. No es depresión, sino una falta de ilusión. Así es el tufo del agnosticismo.
Sin embargo, dicho estado de ánimo forma parte de la vida porque es un elemento muy importante para el crecimiento y el conocimiento espiritual, ya que es el lugar donde la persona se siente especialmente tentada por sus propios fantasmas. Y nadie se conoce bien del todo si no conoce sus propios fantasmas ahí donde "las papas queman".
El problema es que la desolación encaja mal en un mundo donde se nos ha vendido que la alegría perpetua es el estado normal del ser humano y que, por tanto, no hay lugar para los momentos bajos, para la tristeza o para la sensación de pesadumbre.
Entonces, la desolación resulta ser autoconocimiento profundo, conocimiento de los propios límites, ya que en un momento bajo a cada uno se le aparecen tentaciones diferentes: tentaciones de tirarlo todo por la borda, tentaciones de evasiones adictivas, tentación de disimular, etc. Y, si no caemos en la cuenta de ellos, la desolación puede ser un agujero negro narcisista, un lamento continuo contra todo y contra todos, un encerrarse sobre nosotros mismos, o puede ser un efectivo entrenamiento contra todo esto.
Son la publicidad y el capitalismo sin piedad quienes juegan en todos los estados de ánimo más que animar a "hacer la contra" lo que nos dice es que nos "entreguemos a la tentación" ("compra, viaja, y serás feliz"). Lo que dice es que tienes toda la razón de estar enfadado con el mundo y que ellos tienen, en forma de producto, la solución para superarlo. Y esta solución no pasa nunca por un trabajo interior, por tragarse los límites, sino por intentar distraer la misma desolación en mil y una capas de consumo y diversión.
De ahí la necesidad de hacer también elogio de la desolación, no para arrastrarse permanentemente en ella y quedarse, sino como un momento privilegiado de conocimiento, de hacer el duelo, de asumir la realidad tal como es. En definitiva, ser agnóstico, "estar triste" y la desolación, cuando acontecen, es para transitar por ellas y así hacernos más fuertes en humanidad. Pero, una humanidad con corazón, no solo con razón.