viernes, 3 de enero de 2020

Dios en plena sociedad hedonista, materialista y vulgar


Nosotros, personas racionales, en todo momento asistimos a dos fenómenos contrapuestos. Por un lado buscamos con insistencia la felicidad dentro de las cosas caducas o materialistas; de allí que nos volvemos hedonistas porque solamente satisfacemos los cinco sentidos, que cuando se acaba dicho placer, entonces caemos en el vacío existencial. Por otro lado, buscamos con menos insistencia la paz espiritual en las cosas espirituales (ritos y cultos religiosos, new age, meditaciones, grupos de Zen, mantras…).
El problema no está en que se busque por uno u otro lado la felicidad o la paz porque ambos objetivos no están fuera de nosotros, sino dentro de nosotros. Lo que debemos hacer es buscar las herramientas precisas para sacar de lo más hondo de nuestro ser racionales aquello que llamamos realización plena y sentido de la vida. Agustín de Hipona (obispo del siglo V) ha buscado a Dios fuera de sí, en las cosas, ideas o formas de vida hedonista e individualista, y nada. Pero, luego de una metanoia ha dejado de buscar a cambio de  dejarse encontrar por Dios. Esto quiere decir que, como la mariposa, para dejar que se pose en nuestras manos, no debemos movernos porque la asustamos, sino estar en quietud atenta para que ella se pose y bata sus alas en nuestras manos. Un gran desafío, pues así Dios no es solo consuelo sino, sobre todo, desafío.
Por lo tanto, la indiscutible mentira de nuestro ego, materialista y vulgar no excluye la absoluta dignidad de nuestro yo hechos a imagen y semejanza de Dios. De este modo, ética y mística se requieren mutuamente hoy en día. Necesitamos del cuerpo para alcanzar el espíritu. Así que busca a Dios desde la materia, pero no te quedes en ella, trasciende tus acciones. Y en ese recorrido hallarás la felicidad y la paz soñadas.

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