lunes, 17 de diciembre de 2018

ANTE LA MUERTE


Racionalmente afrontar la muerte implica preguntarse qué sabiduría surge al momento, ya que una explicación científica de la misma no es suficiente para entenderla en todo su alcance. Por eso, según la experiencia de acompañar a personas cercanas a la muerte, tras prolongadas enfermedades o situaciones accidentales, indico que la vida garantiza un saber anticipado del morir. La muerte es parte de la vida. Por eso nos sentimos llamados a acoger la vida con seriedad. Al morir, la vida de una persona alcanza carácter de totalidad. Morir significa hacer definitivo el proceso de crecimiento llevado a cabo. Con la muerte queda como sellada la vida que haya alcanzado. De este modo, la muerte nos plantea la cuestión del sentido de la vida. ¿Qué habremos edificado que haya sido noble y humano para nosotros y para los demás? ¿Qué habrá habido de verdad, de bien y de belleza en nuestra vida, como indicadores de una existencia que se podría recordar con agradecimiento? ¿Podemos acercarnos a la muerte confiando en que habrá valido la pena lo que habremos vivido, y que nuestra propia persona y la de los demás tendrán un valor más alto que el propio poder avasallador del morir humano? Todas estas respuestas esperadas se revelan con la propia vida. Es decir, la vida habla de la muerte; y ante la muerte no nos queda más que decir: ¡He vivido! Bien o mal, la vida que llevaste lo dirá.

viernes, 9 de febrero de 2018

Mirar los celos con recelos

Hoy en día debemos mirar los celos con recelos.

Los celos no son señales de amor, sino de control. Un estudio de la Universidad de Pisa afirma que los celos se producen por bajos niveles de serotonina en la sangre, un neurotransmisor que modera la ira o la tristeza, lo que produce actitudes y conductas frecuentemente violentas. Los celos se inician por desconfianza en lo que hace la pareja a lo largo del día. Las cifras de feminicidios en los últimos años son importantes de analizar. Según cifras del Observatorio de Criminalidad del Ministerio Público, el 77% de los crímenes contra la pareja ocurridos entre 2010 y 2017 fueron motivados, principalmente, por los celos. La señal de alerta es el secuestro o aislamiento emocional.

Los celos pueden ser clasificados:

Reactivos: cuando una actitud o comportamiento de la pareja lastima la relación. No crean paranoia ni ansiedad. Cuando mira de forma especial a alguien más. Son esporádicos, se solucionan con conversación.

Territoriales o ansiosos: cuando una persona se imagina que la pareja se irá con el primer individuo que pase. Crean desconfianza y paranoia. Ansiedad de que en cualquier parte hay peligro.

Posesivos: los más tóxicos, pueden llevar a situaciones de violencia. Creen que su pareja les pertenece. Limita su comportamiento a estar junto a su pareja. Controla desde la forma de vestir, mirar y a dónde ir.

Los celos desmedidos están vinculados a un trastorno paranoide de la personalidad, además de psicosis con ideas delirantes. Optar por una orientación psicológica es primordial. Ya lo decía Camilo Sesto, sentir celos es “un sufrimiento que te quema a fuego lento”. Lo mejor es aprender a amar bien y no pintar con amor lo que realmente es violencia. Por eso, mirar los celos con recelos.